Uno de los bailes tradicionales de Guatemala es el Baile de los Animales. Los mayas prehispánicos a menudo usaban tocados elaborados que representan aves y animales para sus ceremonias, y el Baile de los Animales es una continuación de estas antiguas tradiciones. La pintura de Emilio no es una representación literal de esa danza, sino de algo más profundo: su interpretación del espíritu de esa danza.
En los pueblos mayas de Guatemala, los bailarines enmascarados habitualmente realizan la danza en los patios de las casas de las diferentes cofradías, en la casa del alcalde del pueblo, así como en la calle para el público. En cada uno de estos lugares, los anfitriones ofrecen bebidas fermentadas (alcohol) y comidas preparadas por la familia o la cofradía. Como se considera descortés rechazar la bebida, los bailarines se emborrachan bastante. Como resultado, muchas veces entran en un trance en el que sienten que el espíritu del animal, su nawal, se hace cargo.
En esta pintura de Emilio, los bailarines no son hombres, sino los mismos animales y pájaros. Cada bailarín lleva un bastón ceremonial o vara, cuya cabeza tiene la forma de la cabeza de ese animal. La vara simboliza la presencia, el poder y la autoridad de los antepasados. Las aves y los animales visten el traje de las mujeres mayas: un perraje y un corte. Los animales del cuadro se alinean, más como una procesión que como un baile. El cielo está oscuro y el viento sopla sobre las cabezas de los bailarines. En esta noche los animales, o quizás sus nawales, han adquirido características humanas para su danza.