Los ajq’ijaab son guardianes del tiempo, guías espirituales que se especializan en usar el calendario lunar maya para medir el tiempo y el espacio. Cada día tiene su propio nawal o energía. Un ajq’iij (singular de ajq’ijaab) puede interpretar las energías de cada día analizando el nawal del día en combinación con los números del 1 al 13. Con esta percepción, el ajq’iij comienza un diálogo entre él mismo y las energías, positivo o negativo, y así puede ayudar a otros a interpretar y comprender sus problemas, necesidades y metas.
Bajo la influencia de otras culturas, algunas tradiciones mayas han quedado relegadas al folclore. La dignidad y el significado de un ajq’iij maya no se expresa con los términos europeos aproximados «chamán» o «sacerdotes» o «sacerdotisas» mayas. Un ajq’iij es un mediador numinoso que trabaja por el bien de la humanidad, en el contexto del calendario y la comunidad mayas. Uno de los deberes más importantes del ajq’iij es dirigir ceremonias y rituales para guiar a las personas a lo largo del camino espiritual y ofrecer orientación en el mundo material.
Un ajq’iij tiene una visión especial, como la de los primeros humanos. El Popol Wuj, la historia de la creación maya k’iche’, describe cómo las primeras personas pudieron verlo todo:
…y podían ver; al punto se extendió su mirada alcanzaron a ver alcanzaron a conocer todo lo habido debajo del Cielo. Cuando miraban, al instante observaban y contemplaban la bóveda del Cielo, la faz de la Tierra. Nada los obstruía, todo lo podían ver; no tenían que caminar para ver lo que hay debajo del Cielo sólo debían estar donde estaban, para ver. Su conocimiento llegó a ser grande, su mirada traspasaba los árboles, las piedras; los lagos, el mar; las montañas, los valles. – Popul Wuj, traducción de Sam Colop.
Jean Molesky Poz escribió en Contemporary Maya Spirituality que: «Conscientes de las presencias espirituales tanto ocultas como manifiestas, [los ajq’iijaab’] mantienen su conexión con el mundo espiritual a través del silencio, la oración, la abstinencia y la práctica ritual». Su misión es ayudar a la humanidad a aprender a convivir con todos los seres creados que habitan el cosmos.
Los ajq’ijaab’, como los curanderos mayas (ajkum), las parteras mayas (iyomaa’) y los curanderos de huesos mayas (ji’ol b’aaq’), son vocaciones espirituales mayas. A menudo hay una señal al nacer de que el recién nacido está destinado a convertirse en un ajq’iij, pero solo los padres y la iyoom lo sabrán. Cuando la persona se convierte en adulta, es llamada a convertirse en ajq’iij a través de sus sueños, así como de su Ch’umilal de nacimiento (el signo del día de su nacimiento en el calendario lunar de 260 días). Si se resisten al llamado, a menudo se enferman. Su curación implica aceptar su vocación, y sus sueños los conectan con las energías del mundo espiritual. La conexión con las energías del mundo espiritual los guía.
Como todos los guías espirituales mayas, un ajq’iij está esencialmente casado con su profesión. Tratan su profesión como si se tratara de un cónyuge, consultando y respetando al otro. Cada ajq’iij tiene su envoltario sagrado, una bolsita similar a una bolsa de medicina, que usan en los rituales. Como las otras profesiones espirituales mayas, sus servicios se prestan sin esperar compensación.